A partir de estas tres categorías generales,
entramos a conocer los subgéneros en los que se dividen. Para Aristóteles, los
subgéneros muchas veces corresponden a “formas literarias”. Es decir, maneras
estilísticas que tenemos de abordar cada género. Por ejemplo:
v
Dentro del género
épico
encontramos la fábula, la epopeya, el cuento o la novela, cuatro formas de
escritura distintas que coinciden en su voluntad de “explicar algo”.
v
Dentro
del género lírico figuran la elegía, el himno, la oda u otras variantes de
poemas, cada una determinada por un estilo (por ejemplo, la elegía se adopta
para cantar a los difuntos).
v
El género dramático incluye la tragedia,
la comedia y otras variantes que, dentro del contexto del teatro, implican
estilos y enfoques distintos.
v
En el género
didáctico:
Ensayo, biografía, crónica, etc, serían los subgéneros del género didáctico.
Como vemos, hay una diferencia sustancial
entre las clasificaciones antiguas y las modernas. Sobre todo porque las
prácticas literarias han cambiado mucho. Hoy en día, la novela, el relato o el
ensayo son géneros en sí, y no subgéneros o partes de otros grupos más grandes.
Esta noción es importante, porque nos indica que el asunto de los géneros es
tan sólo una guía para el escritor. En efecto, es importante conocer los modos
de expresión de los diversos géneros literarios, para luego, en la creación
pura, poder jugar con ellos a placer y tener así un dominio técnico y de
posibilidades mucho mayor.
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